Según un estudio que publica la revista "Annals of Internal Medicine" , estos estímulos pueden afectar negativamente a la actividad cerebral y a la función cardiovascular. Los investigadores sometieron a 12 voluntarios sanos a 14 tipos de sonidos que pueden escucharse habitualmente en un hospital ( alarmas de bombas de infusión, teléfono, máquina de hielo, voces , el tráfico exterior, y un helicóptero), a diferentes intensidades y en diferentes etapas del sueño.

En enero se publico otro estudio en "Archives of Internal Medicine" en el que se demostró cómo los niveles de ruido de los hospitales exceden los recomendados por la OMS, y que los pacientes dormían menos horas que en sus casas. Aquí señalaban que aunque la mayoría del ruido que se produce por la noche responde a conversaciones entre el personal sanitario, lo que verdaderamente dispara el aumento de decibelios son las alarmas y los interfonos.
Sin embargo, otros profesionales creen que el ruido no es el único culpable de que el paciente duerma mal, ya que consideran que la propia enfermedad tiene algo que ver. De todas maneras lo que esta claro es que la preservación del sueño de los pacientes debería ser una prioridad para el personal de enfermería, y así contribuir a mejorar la recuperación durante su ingreso. Procurar oscuridad, limitar el volumen de las conversaciones, minimizar las visitas a las habitaciones, cambiar las rutinas nocturnas para no despertar demasiado temprano a los pacientes, son algunas de las actuaciones que podemos llevar a cabo para evitar la perdida de sueño durante los ingresos hospitalarios.
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